la coca inspiracion de mi actitud ambiguamente permisiva

la coca inspiracion de mi actitud ambiguamente permisiva
Irse esta bueno, mi ida se atraso, de todos modos se adelanto; el motivo es el viaje de la facultad de Arquitectura de la UdelaR, (para el que no sabia nada mas), igual me quise ir antes, me fui antes; las publicaciones por este medio tambien se atrasaron asi que las fechas pueden estar mal, fuera de eso todo esta bien.

sábado, 26 de septiembre de 2009

El día de 22



[fecha real 17 de junio del 2009] ‘El día de 22’ dice el guía con su tono insoportable, porque una cosa generalizable es que los guías son malas personas, el trabajo del guía es terrible, el tipo se dedica a darte ordenes en tus vacaciones, se dedica a darle orden y organización al único momento en que estas descansando de eso, por eso odio las excursiones, y necesariamente tienen que tener ese tono de voz insoportable. Sigue hablando. El ómnibus tiembla por las calles de los pozos del valle de Kathmandú, a mi lado está sentado el ‘chain chain’, mi amigo Juanpi, que se está abriendo hasta las uñas tratando de escribir algo, que no sabe que es, pero se lo produjo Nepal, el resto de la gente medio duerme, el aire acondicionado no es suficiente, nunca lo es, aunque nuestro transporte es casi digno, afuera polvo, bocinas y un kilombo inexplicable, mucho menos entendible. ‘De misticismo ni hablamos, está sobrado’ pensé, tratando de pensar en que escribir, como si tuviera la necesidad, ‘por lo menos no escucho al guia’. Colores, otras bocinas, hoy me estuve acordando de gente, no fue porque Nepal no me haya gritado, más que llamado, a la atención, Nepal es un conjunto unitario indescriptible, para decirlo en términos matemáticos, creíbles, estoy pensando en si describirlo sería prudente, ‘lo voy a arruinar’ pensé al mismo que lo comparaba con el valizas de Asia, ‘can you tell a green field, a smile from a veil…’ me dice pink Floyd a un oído, en el otro tengo a Juanpi, le explico que un giga de música es para lo que dio, mientras él me muestra una plaza llena de gente, todavía no había estado en una avenida en Kathmandú.
Habían dos cosas que me preocupaban en Nepal, la primera era que me gustara tanto y la segunda tenía que ver con un salto desde un puente a 160 metros agarrado de un elástico. El valle de Kathmandú es una especie de hormiguero feliz, de favela disfrutable, una especia de ciudad medieval postmoderna, una canción terraja, espiritual, un rasta, callecitas, colores… la pobreza no importa llegas a pensar, se te ocurre que no hay, que es relativa, una gran mentira… ‘no es pintoresca’ tiré y me metí hasta las costillas en una discusión conmigo, la pobreza no es pintoresca, no es una cuestión de culpa ni de lo políticamente correcto, - el viaje… Hong Kong te espera con guita bajando por las calles, y saltando de un banco a otro, y Delhi te espera con gente muriéndose de hambre en las calles, vos llegás en avión, alas 12 del mediodía estabas en Hong Kong y a las 5 de la tarde estás en Delhi. Vos y lo políticamente correcto, que estupidez-.
Caminamos por callecitas de ticholo a la vista y anchos despreciables, de puertas de colores viejos y niños de pies descalzos en sonrisa, sacamos fotos, hablamos por teléfono, hablamos con la gente de ahí, comimos en el Mithos, un boliche que saca pibes de las calles, les enseña a cocinar, les da laburo y los deja ir, todo eso, toda esa maternidad en 20 o 30 metros cuadrados pintados a rodillo. Desayunos con huevo duro y faltas de respeto justificadas turísticamente, el hinduismo quema sus muertos y nosotros sacamos fotos. Tuvieron que ver en elresto de mis días. ‘Me voy solo’ pensé cuando me eneré de que las dos ratas, Paco y Martu ya habían ido, al otro día estaba en un ómnibus con algunos gringos y cinco nepalíes, y algunas gallinas, eran unos cien kilómetros entre las montañas, entre los himalayas, hasta llegar al último lugar. Hice unos videos y no hable. La geografía no era describible, la gente de pies descalzos y espaldas de fargo sellaban las retinas, los pulmones llenos, llegamos. Despues de una explicación, me escribieron el número 72 en la muñeca, fuimos hasta el puente el 96, un inglés bastante grande era el primero, después alguien que pesaba ochenta y pico yo era el sexto, después de un australiano, no tenía nervios así que me puse a pensar ‘que raro esto’ era lo único que recurrentemente me daba vueltas en la cabeza, se me representaron imágenes y esquemas, no pude entender porque, no encontré razón para que yo y los diez gringos estemos ahí, para que miles lo hagan. Llegó mi turno y me senté, de nuevo explicaciones, todos los ajustes posibles y una declaración. Me paré en el borde, con mucho miedo, ni la vida, ni mi flia, ni una mina, ni el mundo, ni toda la historia de la humanidad, nada, nada se me pasó por la cabeza, ni siquiera salir corriendo, ni negarme, así que salté. 160 metros más abajo tampoco pensé en nada.

lunes, 21 de septiembre de 2009

de Shangai



[fecha real 23 de junio de 2009] Me despedí de Beijing ya con esa dificultad para entenderlo, para entenderlo todo, de retenerlo, por lo made in china y por los días de viaje, al mismo tiempo que la alegría me invadía mire lo más lejos que la autopista me dejaba mirar, miré todo, made in china… me reí.

De Shangai no me acuerdo de nada, sólo tengo una buena sensación, una plaza con luces, la más linda, un living, un chino tocando el techo, o el cielo, comida en la calle, gatos, peces, un pasto con hongos y chinos asombrados, boludeces y vendedores de hash susurrándote al oído, pensé muchas cosas, no me acuerdo de ninguna, descansé, caminé, saqué pocas fotos, comí chocolates, soñé con boludeces, me sentí charly demoliendo hoteles y no me dí cuenta de nada. Tres o cuatro días, hoy después de casi 15 días de haber pasado por ahí, no me acuerdo, y nos fuimos a Hong Kong, en una de esas idioteces que nos propone este viaje, a pasar la noche, a hacer un video de luces, a bailar bajo la lluvia torrencial y a hacer nuevos amigos.